EVITAN MENCIONAR LA EXISTENCIA DEL INFORME DE LA DIRECCIÓN GENERAL DE SALUD PÚBLICA DE 2.019.
La información periodística del 23.10.2019, del periódico La Provincia, se basa, según dice en su texto, en un informe de la Dirección General de Salud Pública de mediados del año 2018, emitido sin conocer las variaciones introducidas en el proyecto técnico por la empresa promotora del astillero y se realiza como respuesta a una denuncia de la Asociación Cívica Foro de la Isleta.
Este informe está desfasado y superado por otro posterior y determinante de la propia Dirección General de Salud Pública de fecha agosto del presente año 2.019, en el que sí conoce las presuntas mejoras introducidas en el proyecto técnico por la empresa.
Esta vez se emite como contestación a escrito del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria.
Se realiza en él, a lo largo de sus veintitrés folios, un minucioso y riguroso estudio de las potenciales consecuencias medioambientales y urbanísticas que pudieran derivarse de la instalación de esta contaminante industria en emplazamiento tan cercano al casco residencial.
Su contenido está entre los folios 9 y 32 de la documentación municipal publicada en nuestra web Gran Canaria Renace.
En la reseña periodística no se hace mención a este segundo y concluyente informe.
Lo mismo le ocurre al presidente de la A.P. pues afirma equivocadamente, hoy 24.10.2019, que el informe la Dirección General de Salud Pública se produjo antes de la presentación del proyecto definitivo.
En agosto de 2019 ya se conocían perfectamente las variaciones introducidas por la promotora.
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Anexo Puntualización al artículo de La Provincia del 23.10.2019
En la defensa que hace la empresa a su proyecto, creemos que la ciudadanía se quedaría más tranquila si la eliminación de emisiones que dice se producirán, éstas fueran totales y no solo el máximo posible como promete.
Así y todo, en el hipotético caso que esa supresión total se produjera, lo que sería inevitable sería el zafarrancho cotidiano de un taller, incompatible con la entrada a una ciudad cabal, por donde se conducen a los turistas en su llegada, los cuales captarían ese desbarajuste como su primer y último recuerdo.
Por otro lado, sus ciudadanos lo sufrirían un día tras otro.
Sobre su razonamiento de que la sonoridad y contaminación de su industria es menor que el de la avenida marítima, eso no es ningún eximente, puesto que, al ser acumulativa, la una se une a la otra y se convierte en un claro agravante a evitar.
Sustituir el mamotreto de una nave industrial por otro no es ningún signo de progreso paisajístico en una zona que ahora está limpia y se pretende humanizar.
Palma de Mallorca vive del turismo de gran lujo donde los propietarios de esos yates tienen su residencia parte del año y hacen su gasto diario. Esto justifica alguna servidumbre de reparaciones, pero no se produce el choque que aquí se daría.
En nuestro caso tenemos otros muelles que evitarían este conflicto y es lo que estamos tratando de hacer. .
Lo que aquí nos proponen es arreglar sus barcos, arruinando nuestro mejor emplazamiento para nuestro segmento turístico y ciudadanos en general, y una vez reparados zarpen hacia el Caribe o el Mediterráneo a hacer su gran gasto.
Si eso es una deshonrosa y mala marca para la ciudad y sus habitantes, más perjudicados quedamos con la modificación que hizo la empresa con los barcos a atender, porque desgraciadamente pagaríamos ese alto precio reparando embarcaciones intrascendentes y de servicios. El nombre de megayates no es el adecuado.
Le deseamos lo mejor a la industria de reparaciones navales, pero sus directivos deben cuidar su propia expansión no dando pie a contestación ciudadana, garantizando el control de emisiones al medio ambiente allí donde ya están establecidos y no invadiendo territorio urbano ya habitado y de clara proyección Puerto-Ciudad.